Casi 800.000 empleados han asistido a cursos organizados por su propia empresa y otros 142.000 por el SEPE durante la suspensión de empleo.

Más de un millón de trabajadores afectados por un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) recibieron formación a lo largo de 2020, según un informe elaborado por el Ministerio de Trabajo. Por tanto, uno de cada cuatro ocupados en esta situación (llegó a haber más de 3,6 millones de personas afectadas) aprovecharon este periodo sin empleo parcial o total para formarse en alguna materia o habilidad con el objetivo de ampliar su empleabilidad y aumentar sus posibilidades de reincorporarse a la actividad.

En realidad, los datos oficiales recopilados por el ministerio (no definitivos) revelan que fueron 939.249 ocupados en ERTE los que se formaron, pero el informe señala que la cifra «se situará por encima del millón cuando se cierren los datos del conjunto del año». El principal promotor de los cursos no fue el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), sino las empresas privadas. Así, un 85% de los beneficiarios (797.226) accedieron a los cursos organizados por sus propias empresas, mientras que el 15% restante, apenas 142.023 trabajadores, se formaron a través de los cursos programados por el SEPE.

Cabe resaltar que el número de trabajadores en ERTE que utilizaron ese tiempo libre para adquirir más conocimientos podría ser mayor, puesto que el informe recoge exclusivamente las convocatorias estatales y no tiene en cuenta las que haya podido realizar cada comunidad autónoma. Este es precisamente uno de los retos que tiene por delante el Gobierno: impulsar la formación en las personas afectadas por un ERTE, algo que cuenta también con el beneplácito de los agentes sociales y organismos como el Banco de España y el Banco Central Europeo. Y así lo admite el Ministerio de Trabajo en este documento: «Una de las prioridades es mejorar la formación de las personas que tienen su contrato suspendido a través de un expediente de regulación temporal de empleo, bien de suspensión total o con reducción de su jornada, con el objetivo de que tengan una mayor cualificación profesional, incluyendo su recualificación con otros conocimientos».

Para ello el Ejecutivo mira a Alemania, país que tiene implantado desde hace varias décadas este modelo de ERTE mediante el cual todos los trabajadores están obligados a asistir a cursos. Y así lo ha defendido también la vicepresidenta económica, Nadia Calviño. Esta es, además, una de las medidas que el Ejecutivo ha incluido en los documentos que envió a Bruselas para recibir los fondos europeos: crear un nuevo modelo de ERTE flexible alternativo al despido con una mayor inversión en formación para recualificar a los afectados.

La necesidad de formación de este colectivo, de hecho, ya se incluye en el Estatuto de los Trabajadores. El pasado octubre se aprobó un cambio normativo (que se publicó en noviembre) según el cual los trabajadores en ERTE tendrán prioridad en cursos de formación. Además, se les permite acceder a programas tanto para ocupados como para parados.